sábado, 9 de mayo de 2015

Profesionalidad, titulitis y otros malestares

Anterior monarca firmando un papel, seguro, que muy importante
Durante nuestro medio año de vida, Educadores en Lucha, además de halagos y apoyos, también ha recibido veladas sospechas o criticas de foros y profesionales de la Intervención Social. Aceptamos y reflexionamos sobre estas críticas, al tiempo que también valoramos positivamente ser un colectivo incómodo en un ámbito donde predomina el silencio público o el mirar hacia otro lado. Este texto no tiene mayor intención que argumentar nuestra postura ante estas críticas e identificar con claridad a nuestros enemigos en la lucha.

Algo recurrente durante este período son las opiniones o acusaciones acerca de la titulación o profesionalidad de los educadores que trabajamos en el COA, incluso en alguna ocasión se nos ha calificado a algunos de dudosos. A esta velada acusación tampoco ha ayudado nada que el Colegio de Educadores Sociales de Aragón no haya apoyado nunca nuestra lucha, como sí han hecho otros como el de psicólogos o trabajadores sociales.

En este sentido deseamos aclarar que de los 28 profesionales con puesto fijo que conformamos la plantilla del COA, 15 poseemos la titulación de Educador Social, 9 están en proceso de finalizar estos mismos estudios y tan sólo 4 no prevén de momento sumar esta titulación a su currículum. Las sustituciones son realizadas por 10 personas, de las cuales tan sola una no posee la titulación de Educador Social. Este profesional al igual que los cuatro anteriores son titulados superiores en especialidades de Ciencias Sociales, y no son dudosos de nada, más bien todo lo contrario, excelentes profesionales con una dilatada y contrastada experiencia con menores en protección al igual que otros compañeros que formaron parte de este equipo, una fuente inagotable de aprendizaje. Respetamos la posición soberana del Colegio Profesional de Educadores Sociales, pero su silencio ha cerrado el deseo de entrada a nuestros próximos titulados al tiempo que algún compañero que no se sentía representado por dicho colegio se ha dado de baja. Creemos digno e encomiable el esfuerzo de compañeros titulados superiores, que compatibilizan trabajo y estudios actualmente para conseguir la titulación de Educador Social. Y si le sumamos su dedicación a nuestra lucha se entenderá su generosidad e implicación. Pero aún así, quien lo desee puede seguir dudando.

Pese a esta detallada aclaración académica, insistimos en que el conjunto de titulaciones que reunimos no son el termómetro justo de nuestro trabajo. La profesionalidad no se presupone de un papel firmado por un monarca, como único bien tangible a la conclusión de unos estudios. A nuestro juicio, la profesionalidad proviene de un deseo constante de formación, de una ética personal exigente, de una autocrítica constructiva, una comprensión y reflexión humana sobre nuestros errores y aciertos, de la confianza y aprendizaje constante de los profesionales con los que no interrelacionamos, del compromiso con nuestros usuarios, de un destierro eterno de la autocomplacencia... La profesionalidad es una actitud ante nuestro trabajo, no una acumulación de conocimientos reconocidos por sistemas de evaluación memorísticos en gran parte.

En las últimas fechas también nos han llegado criticas y malestar de profesionales del Servicio de Menores de Zaragoza y de otros recursos residenciales para menores en protección. Educadores en Lucha no nació hace seis meses para poner en duda la actuación particular de los profesionales que trabajamos en protección de menores de Aragón. Denunciamos los casos de fracaso que se dan en el sistema de protección de menores, incluyéndonos nosotros también como responsables. Cuando vemos y comprobamos la situación en la que se quedan muchos menores tras cumplir 18 años, nosotros también nos sentimos participes y culpables de este fracaso. Nuestra lucha y crítica va contra un sistema de protección tremendamente imperfecto e injusto hacia los menores; y sobretodo contra los políticos gobernantes desinformados e irresponsables, los cargos a dedo dentro de la gerencia del IASS cómplices de la autocomplacencia y mamporreros de sus jefes, y los gerentes de fundaciones o entidades que anteponen criterios económicos frente a la atención a estos menores.

Creemos que no tenemos que pedir disculpas, pero reconocemos que nos equivocamos todos los días. Sólo puedo hacerlo, quien hace. No nos gusta ser autocomplacientes, ni medrosos, ni sumisos, ni avergonzados, ni sobretodo verdugos, pero tampoco víctimas. Durante seis meses estamos en huelga indefinida, hemos sido descalificados, amenazados por el consejero Oliván con despedirnos, hemos discutido mucho entre nosotros, hemos necesitado una inspección de trabajo para que FAIM cumpla con los derechos adquiridos de sus trabajadores, hemos robado tiempo a nuestra vida personal, familiares y amigos; y vivimos en una constante incertidumbre ante el vergonzante y humillante silencio de la Administración y el abandono de FAIM. Tampoco entramos en el debate entre servicio público y externalizado, porque en esta ocasión ambas caras se han escondido. Pero que nadie se equivoque, este castigo de nuestros verdaderos enemigos públicos y privados no es por nuestra profesionalidad o titulación, es porque hemos decidido dar un paso al frente y denunciar que los menores en protección son mercancía de un repugnante negocio donde hacen y deshacen a su parecer sin ningún tipo de control ciudadano ni profesional. Pero en esta ocasión, Educadores en Lucha ha conseguido frenar hasta la fecha el zoco de los niños del COA. Un premio ingente a nuestro esfuerzo y convicción, pero incomparable al que logramos con la jornadas en las que dimos visibilidad y voz a jóvenes que estuvieron dentro del sistema de protección de menores. Esta es nuestra lucha, quien no la entienda o se sienta atacado, lo sentimos, pero no podemos explicarnos de forma más sencilla y didáctica. Y de nuevo lo sentimos, tampoco disponemos de tiempo para caer en un estéril y eterno debate entre profesionales, tenemos una lucha más importante que librar y no queremos fallar a los menores con los que nos hemos comprometido. Hay tres opciones a elegir: sumar, restar u observar. La lucha continúa...

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